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👉Las mujeres sufrimos una constante discriminación en todos los ámbitos, solo por el mero hecho de serlo, esta situación se agraba cuando se suma otro factor como la diversidad funcional.
En España, actualmente se estima que un 60% de las personas con diversidad funcional somos mujeres. En los últimos años, el avance de los derechos de las personas con discapacidad ha sido importante, pero la brecha entre mujeres y hombres se ha ampliado. Las mujeres con diversidad funcional somos discriminadas en el ámbito familiar y en el educativo, con niveles de analfabetismo muy elevados.
Nuestras posibilidades de acceso al empleo se restringen; el sistema sanitario tampoco responde a nuestras necesidades y la protección social que recibimos no excluye, a la mayoría, de la pobreza. Todas estas circunstancias impiden el desarrollo de formas de vida regulares y normalizadas.
💫La diversidad funcional no es un problema individual, sino un fenómeno socialmente construido. La discapacidad construye a la formación de identidad de cada persona que la sufre, sin embargo, podemos comprobar que la diversidad funcional no afecta del mismo modo al sexo femenino y masculino.
Los prejuicios culturales apartan a las mujeres del espacio público y nos aíslan en exclusividad, en el espacio doméstico. Esto se debe a los estereotipos y roles existentes en nuestra sociedad con respecto a mujeres y hombres, lo que influye en nuestra representación mental y simbólica. Un claro ejemplo de ello, es que la mujer con diversidad funcional no se ajusta a los roles de “madre”, “esposa” y “cuidadora”. Todo esto se debe a que se supone que la mujer con discapacidad no puede cumplir la función social y familiar de estos roles debido a su “incapacidad” por el cuidado y gestión del hogar, ya que se nos considera personas enfermas y necesitadas de cuidados. Por lo que, nuestro papel como mujer cuidadora se olvida y pasamos a ser directamente una persona que necesita cuidados.
Las mujeres con diversidad funcional, somos invisibles en casi todas las áreas de nuestra vida. Principalmente, la invisibilidad social, es uno de los factores que nos imposibilita participar de forma activa en la comunidad, hacer actividades de la vida cotidiana, etc. Nos enfrentamos a diario a dichas situaciones, que se reflejan en tasas mayores de desempleo, salarios inferiores, mayores carencias educativas, mayor riesgo de sufrir situaciones de violencia y todo tipo de abusos.
👉Por todo ello, las mujeres con diversidad funcional nos enfrentamos a situaciones que están fuera de nuestro control como pueden ser prejuicios, ideas preconcebidas y estereotipos con mayor dureza que los hombres, esto se generaliza en todos los ámbitos, que distorsionan nuestra imagen social, merman nuestra capacidad de participar y contribuir a la sociedad en la que vivimos e impide que se nos trate de forma normalizada.
Además, no podemos olvidarnos de que dentro del grupo de mujeres con diversidad funcional existen una serie de sectores especialmente vulnerables, puesto que cuentan con un conjunto de variables que multiplican su discriminación: niñas, mujeres severamente afectadas, mujeres que no pueden representarse a sí mismas, residentes en ámbitos rurales, inmigrantes, etc.
En definitiva, la integración social y laboral de las mujeres con diversidad funcional es un elemento imprescindible para desarrollarnos en una sociedad diversa e inclusiva. Para lograr nuestra normalización en todos los ámbitos, es necesario dejar atrás los prejuicios y estereotipos que pongan en duda que una mujer con discapacidad no tiene las habilidades necesarias para trabajar o llevar a cabo una vida normalizada.
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